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La importancia de una musa

Esta noche, mientras estudiaba a Dalí, la imagen de Gala se repetía una y otra vez. Es entonces cuando me he decido a buscar su historia y el porqué de su influencia en uno de los pintores más característicos, originales y únicos de la pintura española. 


He aquí su historia...

"Llamo a mi esposa: Gala, Galuchka, Gradiva (porque ha sido mi Gradiva); Oliva (por el óvalo de su rostro y el color de su piel); Oliveta, diminutivo catalán de oliva (aceituna); y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Suliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque ruge, cuando se enoja, como el león de la Metro-Goldwyn-Mayer; Ardilla, Tapir, Pequeño Negus (porque se parece a un animado animalito selvático); Abeja (porque descubre y me trae todas las esencias que se convierten en la miel de mi pensamiento en la atareada colmena de mi cerebro). Me trajo el raro libro de magia que debía nutrir mi magia, el documento histórico que probaba irrefutablemente mi tesis cuando estaba en proceso de elaboración, la imagen paranoica que mi subconsciente deseaba, la fotografía de una pintura desconocida destinada a revelar un nuevo enigma estético, el consejo que iba a salvar del romanticismo una de mis imágenes demasiado subjetivas. También llamo a Gala Noisette Poilue-Avellana Vellosa (a causa del finísimo vello que cubre la avellana de sus mejillas); y también «campana de piel» porque lee para mí en voz alta durante las largas sesiones de mi pintura, produciendo un murmullo como de campana de piel, gracias al cual aprendo todas las cosas que, sin ella, no llegaría a saber nunca."


Corría el año 1929 cuando un joven Dalí, de apenas 25 años de edad, conoce a una mujer rusa, diez años mayor que él, de nombre Elena Diarahov, que él llamó Gala. Inmediatamente el pintor queda cautivado por Gala de una forma inusual. No obstante, la vida amorosa de la admirada y atrayente Gala había sido cuanto menos aburrida. Amante del teórico surrealista André Bretón y mas tarde esposa del poeta Paul Eluard, se la relaciona también con otros intelectuales del momento como el novelista francés Louis Aragon o el pintor Max Ernst, quien también la dibujó en algunos de sus cuadros. 
Es entonces, cuando Gala, decide dejar a su esposo Eluard, con quien tenía una hija, Cécile, provocando en el poeta una depresión que le llevó a desaparecer de la vida pública durante varios meses e irse a vivir con su nueva conquista, Salvador Dalí. A partir de ese momento Gala se convertirá en el centro de la obra del genial pintor pasando a encarnar el papel de su eterna musa. 
Sin embargo, la relación de Dalí con Gala no sería aceptada por su padre, quien se opuso desde el primer momento a este romance. A pesar de ello Gala y Dalí se casaron en 1934 en una ceremonia civil, y volverían a hacerlo por el rito católico en 1958. Para entonces, Dalí es un pintor reconocido en España y su padre ha aceptado ya la relación de su hijo con una mujer rusa y separada.
No obstante, en cuanto a la relación que ambos amantes mantuvieron fue, como la personalidad del propio Dalí, extravagante y muy liberal. De hecho, Gala fue, a lo largo de toda su vida, una mujer libre; nunca se sintió condicionada ni coartada ante nada ni ante nadie, impuso su voluntad allí donde quiso. Quienes la conocieron afirman que dominaba el arte adivinatorio del Tarot e incluso se llegó a afirmar que Dalí no pintaba el día que las cartas así lo decían. Se dice también que Gala tuvo numerosas relaciones extramatrimoniales a las que el propio Dalí nunca se opuso. 
En 1968, el pintor le compra a Gala un castillo en el pequeño pueblo de Púbol (provincia de Girona), al que él no puede acceder sin el permiso previo y por escrito de su esposa. La muerte le sobreviene a Gala en 1982 en Port Lligat  trasladada  a este castillo para ser embalsamada y enterrada en una de las dos criptas que Dalí había preparado para ella. A partir de ese momento Dalí se negó a comer y a beber. Los pocos cuadros que salieron de sus pinceles tras la desaparición de Gala, son fundamentalmente obras desgarradas, angustiosas. Nunca nada semejante a nuevas Madonas. 
Se había apagado la musa.

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Génesis 11:1-9

Siempre me ha llamado la atención la gran cantidad de idiomas, dialectos, hablas, jergas, argot y demás formas lingüísticas con las que nos comunicamos los seres humanos. Y me parece curioso porque es una de las barreras más fuertes que separan a una misma especie, la nuestra, y al mismo tiempo, todo sea dicho, la enriquece. 
No obstante, a mi, que ando bastante escasa en el cocimiento de idiomas, esta diferencia lingüística entre humanos, me resulta una autentica putada. 
A coalición de ésto, el otro día estuve en Portugal (primera vez que pisaba suelo luso) y me llamó la atención como personas que vivimos tan cerca unas de otras tenemos un idioma distinto con el que comunicarnos. Y fue en ese momento cuando me acordé de la Torre de Babel y maldije porque Dios tuvo que castigar a los hombres. 


























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