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Resaca de años

Ya esta.
Tenía que llegar. Dicen que, a veces, todo llega.
Cuestión de tiempo, quizá. No lo sé.
23.
En fin... adelante.

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Retratos (I). Juana, un destino incierto.

Hija de los Reyes Católicos. Esposa de Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano I y descendiente de la casa de los Habsburgo. Madre de Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y heredero del gran patrimonio borgoñes, austriaco e hispánico que le legó su dinastía. Y, por último, abuela de Felipe II, sin duda, el rey más poderoso de su tiempo.

¿Su nombre?, Juana. ¿Su apodo?, loca.
Corría el año 1506 cuando las Cortes de Valladolid la nombraron reina de Castilla. Por entonces, la joven Juana se encontraba en la corte flamenca con su bello esposo Felipe de Habsburgo. El 7 de septiembre de 1506 preparan su viaje a Castilla. Burgos es testigo de la entrada triunfal de los nuevos reyes. Sin embargo, nada hacía presagiar tal trágico destino. Solamente 18 días despues de aquellos actos, Felipe moría aquejado de unas graves fiebres. Jamás había tenido lugar un reinado tan breve en la historia de España. 26 años contaba entonces la pobre Juana. Daba paso a su leyenda...
Desde su boda con Felipe, Juana había desarrollado un amor enfermizo hacía su marido con continuos ataques de celos. Cuando muere, ya nada le importa. Ni la familia, ni los problemas de Estado, ni siquiera ella misma. Enloquecida y embaraza de la hija póstuma de Felipe, la futura infanta Catalina, inicia un peregrinaje con el féretro de su marido por los pueblos de Castilla. Y aun así no consiente que ninguna mujer se acerque al cadaver. Celos que no se detienen ni ante la barrera de la muerte...


Y fue por aquella actitud, por aquel comportamiento, por tal macabro espectáculo que pronto fue tachada de loca.
Juana "la loca"...
La que, a pesar de ser la tercera hija de los Reyes Católicos y sin posibilidades al trono, tuvo en sus manos el destino de una de las monarquías más poderosas de la época.
Y la que, sin embargo, enloquecida y declarada incapaz para gobernar, fue injustamente encerrada por su propio padre en el monasterio de Tordesillas. Con la única compañía de su hija Catálina, que al final la abandonaría para ser coronada reina de Portugal. Y con las escasas visitas de su hijo Carlos V, el gran emperador, el que, a pesar de todo, siguió manteniendo a su madre presa...
Trágico destino el de la pobre Juana...
Y allí permaneció. Allí vivió los últimos años de su vida. Encerrada. Cautiva y sola. Hasta que el 12 de abril de 1555 le sobrevino la muerte.
Una muerte que apenas trascendió los muros de aquella Villa.
Moría una mujer tocada por un destino glorioso que pronto se rompería y que la dejó al amparo de una soledad infinita que la acompañó hasta su muerte...
Moría Juana, la reina de papel... la eternamente loca...

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Y siento pena...


7 días (y diez años) separan mi nacimiento de aquel 20 de noviembre de 1975 cuando un Arias Navarro, compungido y lloroso, pronunciaba la ya célebre frase: "españoles, Franco ha muerto". 7 esplendidos días que me desligan históricamente de tener nada que ver con aquel que se hizo llamar "el Caudillo". Porque aunque España vomitaba por fin toda la represión contenida durante 36 años de dictadura, creo que no soportaría llevar a mis espaldas un aniversario como ese.
Llegó la transición y con ella la democracia. La que me ha visto crecer. La que me dio libertad y opciones. A mí y curiosamente a todos aquellos veinteañeros que, altivamente y sin despeinarse, se hacen llamar franquistas. Realmente no encuentro nada más singular que eso.
Pongamos un ejemplo. Imaginemos a ¿Lucía?...sí, Lucía esta bien. Mujer, de 20 años de edad, sentada a las cinco de la mañana en un pub, que tras venir de darse un revolcón con aquel chico moreno que ha conocido hace tres horas antes en la discoteca y vestida con un atuendo que no deja nada a la imaginación, deja sobre la mesa el llavero del Real Madrid estampado sobre una bandera franquista de la que cuelgan las llaves de su coche. A continuación, se enciende un cigarrillo y se lo lleva a sus labios mientras comenta a sus otras tres amigas que "lo mejor que le habría pasado a España ayer es que los 20 inmigrantes que intentaron llegar al país en patera se hubieran ahogado en el estrecho". Todas ríen. Parece que el comentario ha surgido el efecto deseado. Lucía vuelve a reír.
Bonita estampa, ¿verdad?.
Pues bien. Yo supongo que nuestra Lucía se debe de querer bien poco. Para mí no hay nada más contradictorio que la dicotomía: mujer - franquista. Pero sin embargo, la tienes allí, sentada en aquel pub haciendo alarde de una ideología fascista que, ingnorante de ella, no le habría permitido ni salir de su casa a las diez de la noche. Que la habría tachado de prostituta por su actitud, digamos promiscua, con los hombres. Que jamás le hubiera dejado ni comprar ese atuendo que pavoneantemente lleva puesto. Que le habría quitado el cigarrillo de la boca... fumar es cosa de hombres, le habría dicho. Porque a esa edad, una buena mujer franquista ya debería de estar casada, o al menos con un buen novio, esos que se suelen llamar "un buen partido". Con la casa bien limpia. Pero para más inri, nuestra querida Lucía es además madridista. Sí señores. Le gusta ver jugar al Real Madrid. Ese equipo formado, como la mayoría, por un alto porcentaje de jugadores extranjeros. Ahm, claro, que tonta de mí. ¡Esos no han llegado en patera, ni han dejado atrás Perú para buscar un futuro mejor!. Esos son famosos, y tienen dinero. Entonces no importa que sean de otro país... curioso, ¿verdad?.
Pero Lucía se siente grande, y cuando sale del pub pasa al lado de un moro que esta vendiendo relojes apostado en una cera. Ella lo mira con desprecio y escupe. Porque ella es diferente. Ella es superior. Ella jamás podría relacionarse con gente como aquella... si se le puede llamar gente... Y al pasar a su lado se contonea como una hiena, mostrando su bolso de Tous y mirándolo por encima del hombro con un gesto de desprecio.
Y es feliz...
El problema es que la Lucía ficticia que hoy he creado existe. Y siento pena. Siento mucha pena, porque el ser humano puede llegar a ser tan soberbio que prefiere vivir en la ignorancia y seguir defendiendo la intolerancia y la xenofobia si eso le reporta un poquito más de arrogancia a sus vidas.
Realmente siento tanta pena...

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Carta a J.K.Rowling


Querida J. K. Rowling:


No se si le llegará esta carta vía internet o tendría que haber utilizado una lechuza. Espero que sí. Si de aquí a unos días no recibo correspondencia suya, me decantaré por la lechuza. Creo que Harry me podrá dejar a Hedwyng, si no la tiene ocupada en alguno de sus envíos.

Le escribía para decirle que me paso todas las horas que puedo al día leyendo sus libros. He llegado a la conclusión que puede que estén embrujados. Te absorben de tal manera que por leer cada una de sus paginas el mundo se para y sólo existe Hogwarts.

En una semana me he leído tres entregas y ya casi estoy acabando la cuarta Yo no tengo cicatriz como Harry, pero algunas noches sueño con Quien-usted-sabe. ¡Y lo peor de todo es que yo no creía en Harry¡. ¡Que equivicada estaba!.

Espero que pueda decirme algún conjuro para solucionar este problema. También le he pedido ayuda a Sirius.



Atentamente,
Cristina.

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