Lo siento, pero yo no quiero ser emperador, ese no es mi oficio.

Al igual que Hannah yo también miré a lo alto. Las nubes desaparecieron y el sol brilló. Charles Chaplin me elevó a mi esencia. La de ser humano. El discurso final de "El Gran Dictador" me transportó. Me hizo creer en la vida, en la paz, en las personas. Me hizo sentir que todo es posible.
No llevo la cuenta de las veces que he revivido una y otra vez esa ultima escena, las veces que he masticado cada una de sus palabras, sintiéndolas, acariciándolas. Y no me canso. Me elevan.
¿El resto de la película?, una OBRA DE ARTE, con mayúsculas. Y la anticipación de Chaplin a esa Historia que esta por llegar, alucinante.
Por lo pronto mañana me toca acercarme de nuevo a Tomenia y escuchar otra vez el discurso. Hace un par de semanas que no lo escucho, y se esta haciendo tarde.

EL GRAN DICTADOR (1940)

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