El juramento que dejó de serlo


El pasado 19 de abril fue el cumpleaños de mi hermana. 27 esplendidos años. En mi casa tenemos la costumbre de pedir expresamente lo que queremos recibir como regalo de cumpleaños. Supongo que no nos gustan mucho las sorpresas, o al menos, preferimos tirar a lo práctico. Pues bien, uno de sus deseos fue que alguien le comprara el primer libro de la saga Harry Potter. Ella es así, de ideas. El encargado en este caso fue mi cuñado, a mi me tocó comprarle una especie de maniquí a lo lilliput para colgar los pendientes, que como el precio era bastante económico decidí comprarle tres.
Pues bien. Fue así como Harry Potter entró por primera vez en mi casa. Y lo hizo a lo grande y con bombo y platillos. Creo que apenas había pasado una semana cuando vi la segunda entrega de J.K Rowling reluciente y triunfante en la mesa del comedor. Por entonces juré que jamás pondría la mano encima en alguno de aquellos libros, y además añadí que la trama de fantasías e ilusiones creada por la multimillonaria autora no eran mas que pamplinas.
Mi madre, que tiene que husmear en todo ser, objeto o pelusa que entra en casa, no tardó en reparar en el nuevo inquilino, al que, para mi sorpresa, recibió con los brazos abiertos. Yo, de nuevo, volví a renegar del señor Potter.
Los días pasaban y Harry se instaló en las conversaciones que mi madre y hermana mantenían a menudo, mientras yo miraba para otro lado o a veces dejaba caer algún comentario despectivo sobre el asunto. Sus libros empezaron a llenar la estantería del salón. E incluso ahora, mientras mi hermana se encuentra embarcada en la cuarta entrega, mi madre ya esta devorando la quinta.
Sin embargo todo cambió anoche. Yo me disponía a acostarme cuando reparé en que ya no tenía nada que leer. Miré en la estantería del salón y en la mesita de mi madre. Decepción. Ya me había leído casí todos los libros que reposaban cansados en aquellas repisas y los únicos que quedaban o eran entregas sueltas de sagas como la de "Caballo de Troya" o algún libro que a decir verdad no me inspiraba mucha confianza. Así que fui a ver a mi madre, ritual que sigo cada vez que tengo algún problema. Me miró y me dijo: "¿por qué no te lees a Harry? ya verás que una vez que te pones te gusta". "Ni hablar" dije y me dispuse a irme a mi habitación. "Escucharé musica", pense. Sin embargo, no se porque extraña razón mis pasos me guiaron al salón y mis manos extrajeron a "Harry Potter y la piedra filosofal". Me dirigí de nuevo al cuarto de mi madre, le enseñé el libro y esbocé una sonrisa. "Te gustará" la oí decir mientras entornaba su puerta.
Así fue como mi fiel juramento se hizo trizas y como Harry entró por primera vez en mi cama. Llevo apenas leídas unas 30 páginas y parece que el asunto pinta bien. Después de todo, hasta podemos ser amigos. No lo se. Nuestra aventura acaba de comenzar...


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1 comentarios:

Sasha dijo...

A mí Harry me gusta...déjate querer por él por cualquier libro. Da igual que hayan producido muchos millones.
A veces funciona.

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